martes, 14 de abril de 2009

Historia de Campo Arcís

Historia de la aldea del Campo de Cid, actualmente conocida como Campo Arcís, escrita por Enrique Herrero y Moral en 1889.

La jurisdicción de esta partida comprende la demarcación siguiente: Principia en el puente construido en la rambla del Hoyo Valero, y carretera de Villa-Toya adelante, va al otro puente que hay en dicha carretera en la rambla de las Grajas, que linda por poniente con la partida de la Casa de Lázaro y rambla abajo llega á Peñas Negras. De aquí, y por mediodía, va á la Casilla llamada de Periquete, y barranco arriba llamado del Betún, toca con la otra partida de la Portera por el sol saliente, y camino adelante de las Salinas llega al escalón llamado de la Casa del Curro; desde el escalón, y dejando dicho camino en el llano de Portales, toma el de Requena por la Casa de Pastor, llega al collado titulado Pedazo de los muertos (el bancal tomó este nombre de un hecho sangriento ocurrido en él, al terminar la guerra civil en 1840. Andrés Martínez, conocido por Gorgolín, con su partida de voluntarios liberales, hizo prisioneros á siete hombres que se retiraban á sus casas, procedentes de las filas carlistas, y en él los fusiló enterrándolos juntos en un hoyo abierto al efecto. No es menester preguntar dónde está, pues los frutos en él sembrados lo dicen satisfactoriamente. ¡Descansan en paz!), y por la izquierda de las casas del Abogado y de D. Andrés González, toma la Cejilla del Pinar, hasta llegar por el Norte al desmonte de la carretera y al puente primeramente nombrado.

Dentro de este círculo jurisdiccional se encuentran muchas casas de labor, que con las que compone el casco de la aldea, están habitadas por 176 vecinos. En ésta se encuentra una ermita que se construyó en 1773, costeada y á expensas del verdaderamente caballero Sr. D. Francisco Portillo, natural y vecino de la Motilla del Palancar y propietario en dicha partida; y por los honrados y claro es cristianos labradores Salvador Robredo, Cayetano Alcocer, Juan Ochando, Juan Cardona, Miguel Duque, Manuel Pardo y Juan Salinas, naturales y vecinos de dicha partida, y sobre un terreno del mencionado caballero, que cedió gustoso para el caso, con más un bancal de tierra de una fanega, sito en el saliente del edificio para su ensanche en caso necesario.

A costa de los siete vecinos mencionados se hicieron los ornamentos, ropas y cáliz para la relacionada ermita, en cuyo vaso sagrado constan los nombres de estos bienhechores. Todo ello está dedicado á San Isidro Labrador, que se venera en dicha aldea, cuya imagen se colocó en la ermita el año 1791, costeada por el no menos honrado y cristiano Miguel Robredo García, también hijo y vecino de la partida.

El año 1868 y á costa de doña Manuela Sánchez, mujer que fue del también difunto D. Silverio Díaz Flor, se renovó el retablo de la ermita, construyéndose nuevo, cuyos materiales los condujo Pedro Fernández González, natural de Cañete, provincia de Cuenca, por hallarse en aquel entonces al mandato de dicha señora, cuidando de sus caballerías y de la labranza de sus tierras. Fernández es vulgarmente conocido por el Chato, por una pequeña deformidad que en la nariz tiene.

Todos los años el día 15 de Mayo se celebra en la partida la fiesta á dicho Santo, como patrono de ella, que consiste en una misa cantada con sermón, y en una contradanza llamada danza, que bailan doce mozos de la aldea, á quienes se da el nombre de danzantes, ofreciendo un espectáculo pantomimico, en el que toman parte además dos que se les da el nombre de botargas ó graciosos, y dos chicas que figuran ser mora y cristiana é hijas de los reyes de estas religiones, que con sus respectivas huestes que son los doce danzantes, simulan un gran combate entre sí, También figura en primera línea un niño, que vestido de blanco y con alas, representa ser un ángel del Señor, por cuya plática y poder divino son vencidos los moros y convertidos al cristianismo. A las pláticas que tienen ambas huestes antes de principiarse la acción, se les da el nombre de relaciones, que dicen en verso cada uno, y según el orden que ocupan, siendo el autor de ellas Luís Pardo López, natural de dicha aldea, de ocupación labrador, que tiene una marcada afición á la poesía.

En los dos últimos años fueron muy celebradas las composiciones, tanto por su buen gusto cuanto por lo bien que interpretó y relató su papel Facundo García Hernández, que hizo de rey moro. Uno de los papeles más importantes de esta general festividad, es el correspondiente al que saca la bandera o hace de abanderado; y por cierto que encontrándose muy deteriorada en el año 1883, pensaron hacer una nueva el referido Pedro Fernández y Antolín Martínez Laguna; pero como carecían de fondos para llevar adelante su pensamiento, concibieron el de comprar y echar á la limosna por la aldea un cerdo para á su tiempo rifarlo, lo cual, puesto en ejecución, les dio el resultado apetecido, pues en Noviembre del referido año rifaron dicho animal, produciendo la cantidad de 700 reales. Con ellos el Chato bajó á Valencia, y tan buena maña se dió para conseguir su objeto, que á los pocos días tomó al Campo con una preciosa bandera adquirida en tela en la fábrica de tejidos de seda de los Sres. Garín, y en su centro un cuadro pintado al óleo que representa al Santo con una hoz en la mano derecha, una gavilla de mies de trigo en la izquierda, y una yunta de bueyes arando, guiada por un ángel. Pensamiento bonito que acredita el buen gusto del iniciador del pensamiento. La bandera confeccionada así costó 440 reales, cuyos 260 sobrantes los invirtieron en retejar la ermita y reparar el edificio.

La fiesta á. dicho Santo que anualmente celebra la partida, principió en el año 1831, costeada por D. Víctor Ruíz y Lucas y por Lorenzo, apellidado el Santo, habiendo sido danzante Francisco Pardo Pardo, que en la actualidad cuenta 82 años de edád, ayuda al sacerdote á decir la misa y tiene el cargo de cuidar de la ermita.

El señor alcalde de la partida es en la actualidad D. Daniel García Ruíz, natural de la misma, joven de envidiables prendas y apreciabilísimas cualidades, honrado y cristiano, y por consiguiente apreciado de sus convecinos, el cual al poco tiempo de tornar posesión de su cargo, pensó en abrir una carretera, que saliendo de la aldea con dirección á Requena, por el sitio llamado la Cejilla y atravesando el Hoyo Valero, llegara á empalmar con la que se está construyendo llamada de Villa-Toya. Tan laudable pensamiento lo comunicó á los vecinos de la aldea á quienes al efecto convocó á una reunión general, y aprobado por todos los allí reunidos, se dió principio á las obras el día 10 de Setiembre de este año 1889, y el 6 las del puente construído en dicho sitio del Hoyo Valero; pero tan ejecutivamente y con tal premura, que el día 29 del mismo mes y año ya pasaban por la referida carretera los carros conduciendo la vendimia.

Todas las obras y gastos necesarios para la construcción de dicho camino, fueron ejecutados y pagados por todos los vecinos de la partida y hacendados de ella. El maestro alarife director y ejecutor de la carretera y puente mencionado, ha sido Antonio Novella, natural y vecino de la misma aldea, hombre honrado, laborioso, inteligente en su oficio y cristiano. A cualquiera se le ocurrirá decir que teniendo el Campo una carretera para venir á Requena, la nueva era y es innecesaria, y por consiguiente mal invertido el tiempo y el dinero gastado en su construcción; pero á esto se contesta muy oportunamente, que estando aquella intransitable por su cuasi total deterioro, que para dejarla transitable y utilizable era necesario gastar en su reparación tanto ó más que lo que ha costado la nueva, y lo que es aún de más consideración, el haberse negado las partidas de la Portera, Hortunas y Pedrones á ayudar á la del Campo á componer y reparar la antigua, toda vez que los vecinos de ellas la toman en el paraje llamado las Paradas del Bandolero, y la transitan y destruyen como los vecinos de ésta, á los vecinos y terratenientes del Campo del Cid les era más conveniente hacer una nueva que componer la vieja. Esta partida siempre le será deudora á D. Daniel García Ruíz de una sincera gratitud por esta mejora iniciada por tan digno alcalde y ejecutada bajo su inspección y constante presencia. ¡Ojalá que Requena tuviera en sus partidas hombres parecidos al D. Daniel, pues entonces los caminos que cruzan las 40 leguas de nuestro término, estarían transitables y con la seguridad que no ofrecen hoy.

En la aldea hay en la actualidad tres tiendas, regularmente abastecidas, cuyos dueños son Higinio Pérez Pérez, Crisanto Robredo López y Nicolás Expósito. Un horno para cocer pan, cuyo dueño Nicomedes Jiménez Roda, exige como retribución de su trabajo un pan por cada diez, y un estanco servido por Juan Antonio García y García, que como los sujetos antes nombrados, son hijos y vecinos de dicha aldea.El hecho más notable que se cuenta de esta aldea, según nos enseñan las tradiciones y manuscritos antiguos, es que desde el año 790 hasta el 1087, ó sea desde el siglo VIII al XI inclusive fué una populosa población, villa ó ciudad, llamada Braila, nombre tomado del de su fundador Nevo Braila, descendiente de los árabes, que estaba habitada por 6.ooo moros, siendo su gobernador ó alcalde un alfaquí llamado Maulimón, conocido por el Cabiloso; que dicha población estaba situada en el sitio que hoy es denominado los Billares, cuyos moradores se alimentaban con los frutos que se recolectaban en los muchos terrenos que en aquel tiempo fertilizaban las aguas de un copioso manantial que nacía en la parte del Norte de dicho poblado y sitio llamado y hoy conocido por la Cruz del Cardador.

Pues bien; allá por los años últimos del segundo tercio del año 1000, reinaba en Castilla D. Alfonso VI, hijo de D. Fernando, 1 de este nombre, en cuya época habla en Castilla un guerrero llamado D. Rodrigo Díaz de Vivar, hijo del conde Laún, á quien por sus proezas y hazañas los moros le dieron el nombre del Cid, y los castellanos le llamaban el Campeador, y lié aquí la razón de conocérsele con los dos sobrenombres, á saber, el Cid Campeador.

Al subir al trono el antedicho D. Alfonso, que lo heredé de su hermano D. Sancho, que murió á traición en el cerco de Zamora á manos de Bellido Dolfos, el rey desterré á D. Rodrigo, más bien por intrigas cortesanas que por razón de las guerras que mediaban entre los dos hermanos, quien por evitar una revolución en Castilla y la guerra consiguiente entre los partidarios del monarca y los del renombrado Campeador, tomó gustoso el destierro, y con un crecido ejército que lo formaban sus innumerables adeptos, se dirigió á conquistar á Murcia y á Valencia, dirigiéndose á estas ciudades por Requena, pero los moros salieron á impedirle su marcha en los campos de Iniesta. Esto no obstante, las huestes del Cid arrollaron á los moros, ganando y conquistando los estados de Jorquera y dispersos y á la desbandada pasaron el rio y se rehicieron y reunieron en los campos de Requena.

A mediados del mes de Abril del año de 1087, hacían pasar las fuerzas del Campeador á las hordas moras el indicado río, y muy pocos días después encontrábanse los cristianos al frente de Braila que sitiaron, porque en dicha población los moros se hicieron fuertes apoyados por sus hermanos sus moradores.

El campeón cristiano no quiso y no dió un asalto á la población en la previsión de perder en él gran parte de su gente y prefirió adquirirla y tomarla por capitulación.

Así las cosas, llegó una noche sumamente obscura en que el viento y el agua azotaba las tiendas del ejército cristiano, y encontrándose los sitiados faltos de todo recurso por cerco tan pertinaz, intentaron una salida y sorpresa, pero todo fué en vano. La vigilancia cristiana se apercibió de la intención de los enemigos y trabada batalla de estos tuvieron que encerrarse, no sin dejar el campo cubierto de cadáveres y armas.

Pero aprovechando aquella oportuna ocasión, algunos moros fueron á participar á su rey, esto es, á Valencia, el apuro en que se encontraban sus vasallos encerrados en Braila.

Dieciséis días habían pasado de las ocurrencias que acabo de referir, cuando el Cid mandó una embajada al gobernador de la ciudad, haciéndole saber que si al romper la tercera aurora no se rendía la plaza la asaltaría y tomaría, no dejando en ella piedra sobre piedra. Las pretensiones de D. Rodrigo fueron despreciadas por el jefe de la plaza; y ya en tiempo sereno del recio temporal que había afligido á los cristianos por tantos días, llegada la tercera aurora y preparadas las escalas y demás necesario para el asalto, el Campeador fué sorprendido por un numeroso ejército de gente morisca que mandaba el rey valenciano en socorro de los sitiados. El ejército auxiliador era diez veces mayor que el sitiador, y en este supuesto y en el del grave é inminente peligro en que se encontraba Diaz de Vivar, éste llamó á sus capitanes para explorarlos y saber el juicio que formaban acerca del gran peligro que les amenazaba. Diego de Ordóñez fué el que primeramente dió su parecer, diciendo que lo mejor era romper por un costado el ejército enemigo y en honrosa retirada ponerse á salvo de una muerte segura. El esforzado capitán Albar Fáñez no aceptó tal proyecto, como tampoco el Cid que dijo: “Noble Ordoñez, no es aceptable vuestro plan, á pelear vamos, pues no es valentía vencer á fuerzas iguales, sino á las superiores; más vale morir con honra que vivir sin ella.” En seguida el ejército cristiano fué dividido en tres cuerpos, de los que uno quedó al mando de Albar Fáñez, otro al de Diego Ordóñez y el tercero al de Martín Peláez, reservándose el Cid la dirección general de los tres cuerpos. Al primer són de clarín se acometieron los dos ejércitos, quedando el campo sembrado de cadáveres y de armas. El rey moro y su favorito el Renegado Basa, cargaron con tal ímpetu contra las fuerzas de Peláez, dirigidas por el de Vivar, que les fué preciso retroceder y ganar una eminencia para mejor resistir el. ataque que sostenía el bizarro Albar Fáñez. Por su lado Diego de Ordóñez acometía contra sus enemigos con inimitable bizarría. Viendo el Cid que ninguno de sus capitanes había sido rechazado sin su presencia y ayuda, cargó contra el enemigo con tanta decisión que logró arrollarlo y envolverlo ganando el terreno que había perdido; pero fué herido en el pecho y tuvo que retirarse por aquel día, subiendo y colocándose en dicha eminencia, desde donde herido y todo dirigía la batalla.

Desde entonces aquella cumbre es conocida con el nombre del “Cerro de la Cabeza” por encontrarse en él la cabeza del ejército cristiano.

Por fin el sol ocultó sus rayos como si al ocultarlos quisiera poner término á tan horrible carnicería. La noche cerró y cesó el combate, quedándose y guardando cada uno de los dos ejércitos sus respectivos puestos, sin haber adelantado ni perdido ni unos ni otros la menor parte del terreno que ocuparon.

El rey moro Hiaga Alcadí había sido herido en muchas partes de su cuerpo, y retirándose á su tienda mandó llamar á su favorito el referido Renegado Basa, á quien le dijo:”Cómo no vienen á verme mis vasallos? ¿Acaso me han olvidado? Señor, respondió Basa, ha muerto en el combate lo más florido de vuestra gente, por cuya razón soy de parecer que en mediar la noche levantemos el campo, porque si esos perros cristianos se aperciben de nuestra derrota, caerán sobre nosotros con concluyéndonos completamente.”

Tomando el rey moro el consejo del Renegado, al mediar la noche mandó levantar el campo que abandonó y también á la ciudad de Braila en una precipitada fuga. Así que brilló el sol al día siguiente, se vieron los cristianos dueños del campo y de la ciudad. El Cid y sus tropas cayeron sobre ésta, y teniendo en cuenta las grandes fatigas que durante el Sitio habían sufrido, quemaron y demolieron la población, hasta sus cimientos.

De un acontecimiento raro ocurrido en aquella zona en los mismos días en que tuvo lugar la sangrienta lucha que acabo de referir, debo ocuparme antes de concluir de hablar de la historia del Campo del Cid.

Ya he dicho antes que durante el sitio de la ciudad de Braila descargó sobre ésta y terrenos inmediatos un fuerte y prolongado temporal de aguas que duró cinco días, cayendo tanta que al correr por el suelo arrastró tanta tierra que cegó por completo el nacimiento de las aguas que hasta entonces regaban aquel campo, yendo éstas á salir por la parte más baja de la referida zona, á saber, por el sitio llamado el Saltadero, que se halla dentro de los límites de la partida y que ya n pueden ser utilizadas para el riego, deduciéndose de lo dicha que los billares ya no se han vuelto á regar desde entonces.

En este sitio, y ya hace más de un siglo, se edificó una casa por un vecino de la aldea llamado Miguel Jiménez, que sus hijos, aprovechando como base la parte que de ella les correspondió en herencia, edificaron las siete ú ocho que existen hoy.

También es de notar y merece escribirse, que desde el año 1808 hasta 1850, no habla en todo el Campo del Cid más que 8000 vides que plantaron y pertenecían al antes dicho Sr. D. Franciscó Portillo y á D. José Monsalve, y hoy pasan de un millón las que hay plantadas por los vecinos de la partida en su mayor parte á medias; así es que con su honrado y constante trabajo y sudor de su rostro, han adquirido éstos una propiedad que no tenían y una posición social envidiable cuando las viñas se ven libres de la Pirala ó gusano, Mildiw, Oidium y otras enfermedades que las atacan.